viernes, 16 de septiembre de 2011

Fondo de ojo para recién nacidos, un chequeo que puede convertirse en ley

La aplicación de la norma difiere según el centro, pero todos coinciden en la importancia de abordar las patologías oftalmológicas lo antes posible. La proximidad de una ley y los recursos, un tema para debatir. 

Cuando un bebé nace, en la sala de partos, los neonatólogos son los encargados de realizar una serie de controles para evaluar las principales funciones del bebé y para descartar enfermedades. Dentro de poco tiempo, en la Argentina se convertirá en ley un proyecto que obliga a realizar fondo de ojo a los recién nacidos, en todos los centros de salud.
“Las mamás suelen dudar mucho antes de llevar a sus bebés a un oftalmólogo, pero el fondo de ojo permite detectar patologías congénitas y otras que evolucionan a medida que el niño va creciendo, que si no son advertidas a tiempo tienen muy mal pronóstico”, expusieron las doctoras María Fernanda Puccio y Carolina José, oftalmopediatras del Hospital Universitario Austral (HUA). “Cumpliendo con los controles desde el nacimiento es posible encontrar cataratas congénitas, patologías de la córnea, glaucoma, cicatrices, enfermedades de la retina, tumores, entre otros”, agregaron.
Para el Dr. Julio Manzitti, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan, el problema de la iniciativa legal está en su implementación: “El proyecto de exámenes para recién nacidos se puso en marcha hace muchos años y sufrió múltiples modificaciones. Esto no quiere decir que no sea bueno. Lo que ocurre es que debemos plantearnos la posibilidad de implementarlo en todos lados, fundamentalmente por un tema de recursos, los medios necesarios y el personal capacitado”.
Respecto a los controles que hoy se hacen en todos los centros, públicos y privados, el especialista mencionó que son tres: “La configuración de los párpados, el reflejo rojo de la pupila y la transparencia corneana. En caso de que se advierta algún parámetro fuera de lo esperable, se indican estudios más específicos”. “Los recién nacidos son examinados en primer término por el neonatólogo, que constata que los ojos sean normales, que el tamaño sea adecuado y similar, y que los párpados no presenten anormalidades. También hacen el ‘estudio del reflejo rojo’, en el cual se ilumina con una luz fuerte el ojo a través de la pupila, para observar el reflejo rojo de la retina iluminada y comprobar que el eje visual esté bien”, refirió la Dra. Marta Zardini, jefa del Servicio de Oftalmología del Hospital de Niños Pedro de Elizalde.
Pero la parte interna o no visible del ojo también debe ser evaluada por un oftalmólogo y aquí entra en escena el fondo de ojo que, según Zardini, “permite comprobar que no haya malformaciones intraoculares de retina y del nervio óptico, tumores congénitos intraoculares, posibles secuelas de enfermedades infecciosas en el embarazo, como toxoplasmosis o rubeola, cataratas congénitas, etc”.
Tanto la Academia Americana de Oftalmología (AAO) como la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) recomiendan los exámenes de reflejo rojo y corneal, y la inspección con fondo de ojo, entre el nacimiento y los seis meses de vida.
El fondo de ojo paso a paso
“Este estudio implica únicamente la colocación de gotas midriáticas que dilatan la pupila y, en consecuencia, generan una leve fotofobia. Esto es un poco molesto porque la luz es fuerte y encandila un poco a los bebés, pero no es nada si pensamos en los beneficios”, explicaron las oftalmólogas del HUA.
Los niños prematuros merecen un párrafo aparte. Por disposición del Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación deben ser estudiados para prevenir la retinopatía del prematuro, una patología asociada a su condición. En este caso hay normas unánimes que cuentan con el apoyo de UNICEF y que deben llevarse a cabo en todos los centros de salud.
Controles periódicos
Para concluir, las doctoras Puccio y José recomendaron hacer controles al mes de vida, a los seis meses, a los tres años, a los cinco y una vez por año luego del ingreso escolar. “Esto es muy importante porque el retinoblastoma –el tumor intraocular maligno más frecuente en la infancia, que se presenta en uno de cada 15 mil nacidos vivos– tiene incidencia desde el año de vida”.
“Dependiendo del estado en que se encuentre el tumor, hay múltiples opciones de tratamiento. Lo importante es que, detectado a tiempo, suele confinarse al ojo, mientras que librado a su evolución puede diseminarse como todo tumor maligno”, concluyeron.
Fuente: Hospital Austral

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