miércoles, 28 de julio de 2010

DIEZ AÑOS SIN LA SABIDURIA DE RENE FAVALORO

El 29 de julio se cumplirá una década de que el notable cardiocirujano decidió terminar con su vida.
  • 25.07.2010 | Roque Córdoba (*) Especial. La Voz del Interior
Escribir sobre René Favaloro es un honor pero, a la vez, una inmensa responsabilidad.
Lo conocí al poco tiempo de graduado. Mi primera impresión fue que estaba frente a un ser inmenso. Era indiscutible su natural condición de líder, entendiéndose como tal la aptitud de un individuo para dirigir un grupo humano con conocimiento profundo de la actividad que desarrolla, saber comunicar con claridad, tener capacidad de trabajo y un gran sentido común. Esa primera impresión se acrecentó con los años. Sin ser amigo personal, ni discípulo, tuvimos una relación profesional cordial.
La forma impensada de morir de Favaloro -el 29 de julio de 2000- originó un profundo dolor y desazón en la mayoría de los argentinos, y se sintió de manera particular en la comunidad cardiológica mundial.
Habíamos perdido a un ejemplo, en quien las preocupaciones médicas a veces parecían superadas por las del ciudadano que pretendía una sociedad mejor. Favaloro tenía la convicción de que la educación es el arma más eficaz contra el subdesarrollo. También, que la educación pública y gratuita sobre la educación privada es la garantía en el equilibrio de clases y consolida una sociedad homogénea, con igualdad de oportunidades.
Para la comunidad cardiológica del mundo, con Favaloro se fue un encumbrado hombre de ciencias, el cirujano que le dio rigor científico al bypass coronario, el procedimiento quirúrgico más analizado en la historia de la medicina y la cirugía cardíaca más frecuentemente practicada en los últimos 50 años. Hace poco me enteré en Estados Unidos que Favaloro había sido candidato al Premio Nobel de medicina.
Pocos médicos argentinos recorrieron el país como lo hizo él. Quizás estaba encarnada en su forma de ser la impronta que le dejó su condición de médico rural en un pueblo de La Pampa. En una oportunidad lo encontré en el interior de La Rioja. Venía de dar una conferencia en un pueblo. Sentía una gran pena porque las autoridades sanitarias de la región estaban preocupadas por el bypass coronario, pero en la pequeña localidad no había agua potable. Así era Favaloro.
Los ciudadanos de este país tenemos la obligación real y moral de generar los cambios necesarios para parir nuevos dirigentes y preservar los pocos pero buenos que todavía resisten; sólo así dejaremos de inmolar o desterrar a nuestros mejores hombres y mujeres.
Me produce una enorme pena imaginarme a Favaloro tomando tan dolorosa decisión para poner fin a su vida. Es que en la esencia de un cirujano cardíaco que a diario se topa de frente con la muerte, sólo ante el dolor inmenso se podría aceptar un fin así como solución de vida.
(*) Cardiocirujano del Sanatorio Allende y del Hospital San Roque.

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